Mi amiga fue muy específica al decir: "¡NO ACEPTEN nada de nadie!”,
“¡No dejen sus maletas solas ni por un minuto!" Aunque eso es lógico, son bastante traumáticas ambas frases en un mismo
mensaje de texto, horas antes de montarnos en el avión en Venezuela vía a uno
de los lugares más emblemáticos del narcotráfico; lo primero que piensas es en
la serie famosa del Sr. Pablo Escobar. Curioso, no? ¡Claro que me tome en
serio los mensajes!
Cuando aterrizamos en Medellín, era casi final de la tarde y estaba
medio lloviznando. La gente se aglomero en unas escaleras eléctricas y nos tocó
bajar por las normales. La fila para migración era larguísima, bueno, ¿Cuándo
es que son cortas? Adelante había una
señora muy amable, con su distintivo acento del país local. Más allá había otra
señora que viajaba con su mascota, BELLO EJEMPLO de que cuando se tiene
mascota, ¡NO
SE ABANDONA!
Transcurrieron aproximadamente 20 min, estábamos a una persona de ser
llamados a la taquilla (detrás de la señora) pero ella decidió que con ese
señor no se quería presentar, por lo que nos dejó pasar a nosotros, no sin
antes darnos algunos tips: “Solo vienen de vacaciones y vienen a recorrer
ciertas ciudades del país, afuera los están esperando sus amigos”, ¡Claro!
Hubo previa conversación aunque sin muchos detalles igualmente…
El señor que nos entrevistó nos hizo exactamente la pregunta que
debíamos responder con lo anterior y así fue. Sin embargo, nos hizo una segunda
pregunta: “¿Cuántos dólares traen?” cosa que es normal, supongo, no me lo
habían preguntado antes pero, me lo tome por normal y respondimos. Acto seguido
se coloca un poco sobre su mesa, mira a los lados y nos dice: “Yo se los puedo
cambiar en el baño. Como saben, aquí en Colombia no aceptan dólares, y afuera
en la agencia de cambio seguro que no les van a dar más de equis
cantidad”. ¡Quede en shock! ¡No te esperas de un agente de migración esas cosas! Mis antenitas empezaron a
sonar, recordé los mensajes de mi amiga, y le dijimos que sí para que por fin nos entregara nuestros pasaportes. Mis antenitas no dejaban de sonar…
¡ALERTA! ¡ALERTA! ¡ALERTA!
¡Debe estar aun en el baño esperándonos! …Jajaja.. Bueno,
esperando a mí esposo, ya que el cambio se haría en el baño de caballeros.
Nos fuimos con tres maletas de 20kilos c/u., un televisor que pesa 11kilos,
una maleta morada* de mano que (solo vacía) pesa 5 kilos y mi bolsito
viajero de 6 kilos y mi cartera.
Yo no dejaba de pensar en los mensajes previos de mi amiga. Razón tuvo.
Entrando al país y ya nos querían trampear, ¡en la agencia si nos daban más!
Nos tocaba subir al segundo piso, que es de vuelos nacionales, por las
escaleras normalitas con todo lo que acabo de mencionar... y ¿Cómo hacíamos para
que mientras uno subía y volvía a bajar por más, algunas cosas no se quedaran
solas? Bueno, ¡¡Vista de águila, PAPÁ!! ¡¡Atentos siempre!!
Allí estábamos, sentados al ladito de una columna con muchos enchufes
para cargar los celulares, laptops, tablets, iPod, y todo lo que necesitara
corriente. ¡Coronamos! esos puestos pero, nos dio hambre y era a mí a la que le
tocaba subir otro piso a la “plazoleta*” para rezarle a la tarjeta y que
pudiéramos comer.
¿Se preguntan que si paso bien? Bueno, después que le rezas 2 Credos, 1
Ave María y 3 Padre Nuestro… Salió el famoso papel con: ¡¡Transacción Exitosa!!
Pasamos toda la noche y la madrugada escuchando el sonar de un martillo
que estaba trabajando… Allí amanecimos.
Aún faltaba camino (o nubes) que recorrer para llegar a nuestro destino…
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Palabras/Expresiones/Entre otras:
*Plazoleta: Feria de comida.
*Maleta morada: tiene su historia, más adelante se las contaré.